ARTICULOS

Araki

Nobuyoshi Araki es un fotógrafo japonés nacido en Tokio en 1940. Araki estudió fotografía en la universidad (diplomado de la universidad de Chiba en 1963 recibe ese mismo año el premio Taiyō) y más tarde se va a trabajar a una agencia publicitaria en Dentsu, donde contrae matrimonio con Yoko en 1971. Después de la boda, publica un libro de fotografías de su mujer tomadas durante la luna de miel que titula “Sentimental Journey”. Yoko muere en 1990 a causa de un cáncer de ovario. Las fotos tomadas durante sus últimos días están recogidas en el libro “Winter Journey”“Después de la muerte de Yoko, no quería fotografiar ninguna otra cosa que no fuera la vida. Sin embargo cada vez que disparaba, obturaba sobre la muerte, porque si haces fotografías, entonces detienes el tiempo. (…) escucha bien : fotografiar es asesinar”. (Araki)

Los trabajos de Araki siempre le han aportado una gran notoriedad entre el público japonés e internacional. Sus fotografías, siempre acompañadas de textos en forma de diario íntimo, fueron precursoras e innovadoras dentro de las tendencias artísticas del momento. En los años 80 era ya una celebridad dentro de Japón, tanto por su talento para hacer fotos como por su manera de escribir. Así, terminó mezclando la fotografía con las anotaciones a pie de foto, generando un género que posteriormente han imitado muchos artistas occidentales. Más tarde, bien conocido por las fotografías que documentaban la industria sexual japonesa y enfocando el barrio de Kabukichō de Shinjuku en Tokio en 1980, Araki publica “Tokyo Lucky Hole”. En 2005 Travis Klose realizó un documental sobre su arte titulado Arakimentari.

Nobuyoshi Araki se haya presente en casi todas sus instantáneas, siendo coprotagonista de muchas de ellas. Jamás establece una distancia entre el fotógrafo y la foto. Se involucra, se expone, se exhibe y termina siendo parte esencial de la composición o la narración visual. Araki no insinúa, no juega con la sexualidad; sencillamente muestra lo más evidente sin filtros ni censuras. Lo explícito, lo puramente pornográfico, se transforma en el hilo argumental de su fotografía. Investiga perversiones, fugas conductuales de orden sexual y se involucra en sus escenas remarcando su libertad creativa y moral. Se disfraza de demonio, se disfraza de cura, sonríe con ironía y termina conquistando a los críticos occidentales más concienzudos.

Tachado de monstruo inmoral, misógino o pervertido, Araki atesora en su obra valores y técnicas tradicionales que se remontan a la época del viejo Edo. El Kinbaku-bi (‘la belleza de la unión estrecha’) o el arte del bondage es el responsable de tanta controversia y censura. Pese a los escándalos, su estilo erótico se ha popularizando en Occidente durante el último lustro para instalarse como una moda contagiosa, de la que desean participar numerosas celebridades. Las representaciones clásicas de mujeres hermosas, Bijin-ga, atadas con varias piezas de cuerda, a menudo seda, se ha convertido en un reclamo, al que ha sucumbido Björk o Lady Gaga. Sin obviar el guiño que le dedica Primal Scream a este peculiar genio en el vídeo clip ‘2013’ (dirigido por la sevillana Rei Nadal). También para las galerías más atrevidas es un honor incluirlo en sus exposiciones temporales, caso de la milanesa Raffaello Giolli, que, centrada en la producción contemporánea y al vídeo-arte, exhibía, hasta el 27 de julio, una selección de 25 fotografías de factura reciente.

Enlace: http://www.enkil.org/2013/12/06/nobuyoshi-araki-el-arte-de-la-transgresion/

http://www.arakinobuyoshi.com

Araki

Erwin OLaf

Erwin Olaf, nacido en 1959 en Hilversum, Holanda, vive y trabaja en Amsterdam desde comienzos de los años 80, teniendo su estudio y lugar de trabajo en una antigua iglesia. La fotografía de Olaf es una mezcla de fotoperiodismo y estudio, aproximándose en su visión fotográfica a LaChapelle entre otros. Su alumbramiento al panorama internacional de la fotografía ocurrió en 1988 a raiz de su serie “Chessmen” por la que fue galardonado con el primer premio en la “Young European Photographer Competition”. Tras este premio le siguió una exposición en el Museo Ludwig de Colonia, Alemania. Desde entonces a continuado explorando los territorios de las cuestiones de género, la sensualidad, el humor y la desesperación en sus series fotográficas.

La obra de Erwin Olaf genera grandes adhesiones y también fuertes rechazos, estos últimos debidos sobre todo a su manera directa y explícita de abordar temas como el sexo, el deseo, la belleza y la violencia, una libertad y desinhibición que en su caso siempre han ido acompañadas de una incisiva crítica de la hipocresía social, los tabúes, la doble moral o el abuso consumista; en definitiva, todo aquello que la sociedad contemporánea todavía acostumbra a ocultar o enmascarar aun a sabiendas de que ocupa un espacio esencial, no sólo en nuestras vidas, sino en la propia estructuración de nuestra sociedad. Lo curioso es que esta posición, desarrollada en su trabajo artístico, coexista, en el caso de Erwin Olaf, con una destacada trayectoria como fotógrafo de publicidad.

Sus principios fueron en blanco y negro introduciéndose posteriormente de forma gradual en el color y a continuación en la manipulación digital. Entre sus series hay un gran contraste, en “Mature” de 1999, retrata a señoras de edad avanzada en poses de supermodelos; en “Fashion Victims” de 2000 hace una crítica sobre el consumismo del sexo y las grandes firmas de moda; en “Royal Blood” de 2000 muestra unos retratos minimalistas con miembros de la realeza que han sufrido muertes desagradables, en actitud vengativa; en “Paraiso” de 2001 hace una representación de un mundo oscuro y barroco de payasos lunáticos; y en “Separación” de 2003 retrata familias introvertidas en salones gélidos y estériles. En sus últimas cuatro series, “Lluvia”, “Esperanza”, El Duelo” y “El Otoño”, Erwin Olaf vuelve a sus orígenes clásicos con una mínima intervención de retoque fotográfico.

Existe, no obstante, una unidad de estilo que recorre su obra. La provocación, la fantasía, el erotismo, la sátira y el humor están presentes en todos sus trabajos, servidos por una producción visual muy sofisticada y una depurada ambientación. Los referentes visuales que impregnan sus imágenes tienen orígenes muy diversos, pero perfectamente ensamblados, desde la pornografía a la moda, pasando por la historia de la pintura, la contracultura, el pop o el cine de autores como David Lynch y Brian de Palma.

Enlace: http://www.enkil.org/2009/09/25/erwin-olaf-el-genio-de-la-fotografia/

http://www.erwinolaf.com

Erwin Olaf

Hellmut Newton

 

Hay quien considera a Helmut Newton el mejor fotógrafo de la historia, y el escritor J.G. Ballard le llamó “el mayor artista visual del mundo”. Frases tan contundentes están abiertas a debate, pero lo que es indudable es que fue el fotógrafo que mejor supo cristalizar las fantasías eróticas del siglo XX. Su trabajo ha aparecido en publicaciones como VogueElleParis MatchVanity FairSternder Spiegel… Y Playboy (de forma poco sorprendente, fue amigo personal de Hugh Hefner). Se han realizado centenares de exposiciones de sus fotos en las mejores galerías del mundo, y en 2004 se abrió un museo en Berlín dedicado íntegramente a su obra. 

 

Newton fue el gran retratista de la sofisticación erótica, el lujo, el glamour, la ropa de marca y los tacones de aguja, no tanto por el fetichismo en sí de los zapatos (aunque ha fotografiado maravillas de Louboutin o Manolo Blahnik) como por la forma en que realzan el cuerpo femenino. Sus modelos habituales fueron mujeres altas y elegantes, de cuerpo perfecto y actitud altiva y dominante. Sus fotografías, casi siempre en elegante blanco y negro, tienen una sensibilidad extraña e inconfundible, algo onírica (el deseo imponiéndose a la realidad), perversa e ingeniosamente cruel, de un humor cínico y materialista. Sus mejores imágenes son auténticos cuadros de una composición cuidadísima y meditada: su famoso autorretrato frente al espejo en que también aparece su esposa June es puro Velázquez hecho fotografía. 

 

Un fotógrafo de este calibre no podía faltar en Jot Down y desde la admitida parcialidad que me da ser fan fatal de Newton, espero hacerle justicia en este artículo. 

 

 “En su cabeza solo hay chicas y fotos”

 

Si viviera como la gente de mis fotos, hubiera muerto hace años”.  Helmut Newton

 

El recuerdo más antiguo de Helmut Newton es ver una mujer semidesnuda mirándose en un espejo. Era su niñera, a la que recuerda cambiándose para salir de fiesta cuando el pequeño Newton (nacido Neustaedter) tenía tres o cuatro años: su primera fotografía mental y ya incluye una mujer en ropa interior.

Si tenemos que creer lo que Newton cuenta irónicamente de sí mismo, fue un niño llorón y malcriado. Nació en 1920 en el seno de una familia judía berlinesa, rica gracias a una próspera fábrica de botones. Vivió una infancia tranquila, peleándose con su hermanastro y dejándose cuidar por una madre sobreprotectora que le peinaba a lo paje y le vestía con ropa de niña (casi me parece oír a los lectores freudianos frotándose las manos). 

En un intento de masculinizar a su hijo, el padre de Newton intentó apuntarle a varios deportes, pero lo único que funcionó fue la natación: el pequeño Helmut se convirtió en un nadador consumado. El principal entretenimiento que encontraba en la piscina era contemplar a las chicas (“los cuerpos de las nadadoras siempre tienen una maravillosa redondez, una gran belleza”): Helmut dedica unas cuantas líneas de su autobiografía a los pezones erectos que se adivinaban a través de sus bañadores mojados. 

La primera vez que Helmut Newton cogió una cámara fue en 1932, con doce años, cuando compró con sus ahorros una Agfa Tengor Box. Con más ilusión que conocimiento gastó un carrete casi entero en el metro de Berlín y se guardó la última fotografía para lo primero que vio al volver a la superficie: la torre FunkturmEsa foto fue la única que salió de ese carrete, está bastante bien encuadrada (“al estilo de Moholy-Nagy”, escribe) y Helmut la tiene en suficiente estima como para incluirla en sus recopilatorios. 

Su ingenuo sueño de adolescente era ser un intrépido reportero, un fotógrafo de guerra o un investigador privado: probablemente una mezcla de los tres. En 1936 fue expulsado de la escuela por su pésimo rendimiento (“en su cabeza sólo hay chicas y fotos”, repetía a menudo su padre), y poco después entró como aprendiz en el estudio de la fotógrafa berlinesa Yva

Newton recuerda a Yva con cariño y admiración. De ella aprendió a ser minucioso y detallista en la composición de las imágenes: Yva tenía una cuadrilla de ayudantes que preparaban según sus indicaciones todos los detalles de la escenografía de una foto. Helmut aprendió también las técnicas de revelado, retoque de negativos y positivado: en esa época había que fabricar el líquido revelador mezclando sacos de productos químicos, tarea pesada pero a la que Newton se aplicó con ganas. 

Helmut intentaba impresionar a una de las ayudantes de Yva, una joven de 21 años ex alumna de la Bauhaus por la que se sentía muy atraído sexualmente. Esta chica llevaba siempre monóculo, que a partir de entonces pasó a ser un complemento erótico del imaginario newtoniano. Décadas más tarde, el Helmut adulto llevará siempre un monóculo en su bolsa para pedirle de vez en cuando a alguna de sus modelos que se lo ponga, quizá asaltado por la nostalgia. La famosa foto de Paloma Picasso con monóculo sería un buen ejemplo: a Newton le gustaba tanto como para querer que fuera portada de su revista Helmut Newton’s Illustrated, y si renunció a ello fue por petición expresa de Paloma, que detestaba esa imagen.

Pero volvamos a finales de la década de los treinta en Berlín, donde se fraguaba una tormenta de sangre mientras Newton desarrollaba sus dotes de ligón. Las leyes raciales de Nuremberg habían perjudicado ya a la familia Newton: el padre tuvo que renunciar a dirigir su fábrica de botones en favor de un administrador nazi, y el joven Helmut estuvo a punto de causar la ruina a toda su familia al coquetear con muchachas arias. Tras la Kristallnacht de 1938 se hizo evidente que la huida no podía aplazarse más, y la familia Newton gastó sus últimos ahorros en el impuesto-soborno que los judíos debían pagar para salir del país. Helmut fue embarcado en un vapor rumbo a China, con poco más que una Rolleicord con la que esperaba ganarse la vida. 

Lya moriría en Auschwitz años después: no quiso salir de Berlín hasta que fue demasiado tarde. La familia de Newton conseguiría huir a Sudamérica, pero Helmut no volvería a verlos nunca más. 

Newton desembarcó en Singapur la Nochebuena de 1938, contratado como fotógrafo del Singapore Straits Times. Allí duró bien poco: cuando le enviaban a cubrir cenas y eventos de sociedad tardaba tanto en encontrar la escena perfecta y montar su cámara que a menudo la fiesta terminaba antes de que hubiera disparado una sola foto. Permaneció un par de años en Singapur como mantenido (él usa la palabra “gigoló”) de una divorciada llamada Josette, y luego siguió su camino hacia Australia.

Allí pasó unos años tranquilos gracias a su fugaz paso por el ejército. En 1946 el Gobierno australiano le concedió la nacionalidad: aprovechando la circunstancia y para favorecer su ambición de convertirse en un fotógrafo famoso, se cambió el nombre de Neustaedter a Newton. Abrió un pequeño estudio de fotografía en Melbourne, y allí conoció a una guapísima actriz que le hizo de modelo y con la que se entendió desde el primer día: se llamaba June Browne, y en 1948 se convertiría en June Newton. El suyo sería un matrimonio feliz y sensato, y a pesar de sus altibajos duró hasta la muerte de Helmut. A la larga June dejó su trabajo de actriz y se reinventó como fotógrafa de éxito bajo el pseudónimo de Alice Springs: a quien tenga curiosidad le recomiendo no sólo curiosear sus fotografías sino también su extrañamente magnético documental Helmut by June.

Vestida/Desnuda

El romanticismo es muy bonito… Pero no lo quiero en mis fotografías”. Helmut Newton

En 1957 Newton firmó un contrato para trabajar en el Vogue de Londres: Helmut recuerda esa etapa como una época estéril, fracasada y económicamente ruinosa. Dos años más tarde entró a trabajar para Jardin des Modes, en París, y quedó totalmente fascinado por la ciudad. Durante días se dedicó a observar a las prostitutas de la Rue Saint-Denis, en las que reconocía “un talento innato para la moda que se reflejaba en las elegantes ropas que se ponían para atraer clientes”: años más tarde sacaría algunas fotos inspiradas en ellas.

En 1959, al ver estancada su carrera, volvió a Melbourne a trabajar para el Vogue australiano. Hubiera tenido allí el futuro asegurado, pero sabía que no era en Australia donde un fotógrafo de moda podía hacerse realmente famoso… Así que en 1961 volvió con June a París con los bolsillos vacíos, viviendo precariamente pero feliz. Su apuesta le salió bien: consiguió un empleo en el Vogue parisino y empezó la etapa más fructífera y creativa de su carrera. Su vida se convirtió en un continuo ir y venir entre Nueva York, Milán, Berlín y París. 

En 1971 sufre un ataque cardíaco en Nueva York que está a punto de costarle la vida. En el hospital le pide a June una cámara compacta ligera (lo único que puede sostener) y pasa su convalecencia sacando instantáneas de médicos, pacientes y de su propio proceso curativo. A partir de ese ataque Newton empieza a preocuparse más por su legado y a sacar fotografías para sí mismo, no ya puramente por encargo, un proceso que le llevaría a publicar sus propios libros de imágenes a partir del fundacional White Women de 1976, un éxito inmediato.

A principios de los ochenta empieza a fotografiar desnudos integrales. Big Nudes es una serie de fotografías de cuerpo entero a gran formato inspiradas por los carteles de búsqueda y captura de la banda armada Baader-Meinhof: es uno de los raros ejemplos de fotos de estudio de Newton y una serie fascinante que ha sido expuesta en múltiples ocasiones. The naked and the undressed fue otra serie de fotografías que no llegó a culminarse por su extrema complejidad técnica, pero que ha dejado alguna de las imágenes más famosas de su carrera: son parejas de fotografías en que las modelos aparecen vestidas con ropa de lujo y completamente desnudas en exactamente la misma postura. El díptico Sie Kommen representado más arriba muestra a cuatro modelos llevando (y no llevando) ropa de Karl Lagerfeld, y alcanzó el récord de precio de una fotografía en subasta al venderse el 2009 por 662.000 dólares. 

En 1981 Newton y June se mudaron de París a Montecarlo, con el objetivo declarado de pagar menos impuestos. Más o menos en ese punto detiene Newton su autobiografía: “hablar de los éxitos propios, grandes o pequeños, carece de interés para el lector: de lo que trata este libro es de cómo llegar allí”. Lo cierto es que en Montecarlo comenzó su etapa más plácida y a la vez más activa artísticamente: allí vivió durante el resto de su vida, aunque pasó largas temporadas en Los Ángeles, en busca tanto del clima como de su ambiente decadente (“adoro L.A., adoro Hollywood, pero odio San Francisco: pretende ser una ciudad europea y culta y la verdad es que a mí no me importa una mierda la cultura”). 

Newton siempre sintió una gran pasión por los coches caros: en 1946 se gastó hasta el último dólar ganado en el ejército en un Ford V8; en 1964 dilapidó los beneficios de un largo trabajo fotográfico en un Bentley; en 1987 sacó alguna de sus fotos más sensuales en el garaje de un Cadillac… Es apropiado en cierta manera que muriera al volante de un Cadillac, estampándose contra un muro (al más puro estilo Crash) del Sunset Boulevard de Los Ángeles, al salir del Chateau Marmont en que tantas fotografías realizó.

Enlace: http://www.jotdown.es/2011/12/helmut-newton-el-espiritu-erotico-del-siglo-xx/

http://www.helmutnewton.com

Hellmut Newton





Tony Kelly

Tony Kelly es un fotógrafo nacido en Dublín, Irlanda. Su carrera se inició en el Independent Newspaper Group, y pasó sus años de formación fotografiando lugares y personas que la mayoría no quiere ver, como la guerra civil en Rwanda y la guerra en Afganistán. Después de ocho años de cobertura con estos conflictos, Tony traslada su atención a la moda. Después de su aprendizaje en el mundo de la fotografía de noticias no tiene miedo a las emociones o a la carne.

 

Las fotografías de este fotógrafo irlandés, son cómo la vida misma, son dinámicas, sexuales y los límites y las relaciones son trasgredidos. Hay mujeres hermosas, feas, emociones, éxtasis, colores feroces, negro siniestro y una total dedicación a la integridad del disparo. El nos cuenta historias con sus fotografías, historias que no te dejan indiferente, historias contadas al límite que captan la espontaneidad del momento y que convierten al espectador en un voyeur ávido de que continúe el show

 

Su viveza de color y contraste, hace necesario enclavar a este artista, dentro de la escena pop y es que sus imágenes son de una fuerte estética Kitsch, con personajes de fiestas interminables en situaciones grotescas.

Enlace: http://www.justluxe.com/lifestyle/arts/feature-1950154.php

Tony Kelly


Pierre Gonnord

 

A veces tenemos tan encasillado a un fotógrafo que no miramos más allá de la iconografía que ha creado para admiración de todos. En cierto modo es lo que me pasó ayer con Pierre Gonnord. Admito que no conocía su obra en su totalidad ni había leído mucho sobre él, pero sí me quitaba el sombrero con la manera en la que dignifica a sus retratados.

 

Ayer viví una tarde especial, Pierre Gonnord daba una charla dentro de las XV Jornadas de Fotografía de Fuenlabrada en el Centro de Arte Tomás y Valiente y, desde el primer momento, sentí cómo nos iba a llevar por ese viaje vital que supone esta disciplina. Pude (pudimos) conocer otros trabajos y adentrarnos en las historias que hay detrás de algunas de sus fotografías.

 

Dio lecciones de fotografía en cada frase, desde que como autor hay que fomentar la mirada y el sueño para proyectarlo, hasta lo fetichistas que debemos ser con las imágenes de otros, hay que devorarlas e incluso adorarlas. La importancia, que desde estas páginas siempre comentamos, de alimentar nuestro imaginario estudiando el trabajo de los demás.

 

Dorothea Lange, Walker Ewans, sus influencias. En sus retratos claramente está reflejada la luz barroca, la del retrato psicológico de Velázquez, donde el color pasa a un segundo plano para, con el dibujo de líneas, ir directamente a la condición humana del personaje dentro de una realidad cercana sin necesidad de hacer grandes viajes. Gitanos, vecinos de las 3000 viviendas, mineros, todos ellos con una historia detrás y una mirada que traspasa la cámara. 

 

Su método de trabajo, con un 80mm que dice “abrazar” a los retratados tras haberse involucrado en sus vidas, la paciencia y las horas conviviendo cerca de ellos para retratarles en el momento que con el tiempo ha aprendido a concisar, su relación con ellos tras las fotos cuando, ya procesadas, les entrega una cajita con las copias y una carta. La fotografía como compromiso.

 

Para conocer algunas de sus fotografías y más reflexiones del propio autor, echad un vistazo al vídeo que os comparto más arriba, sobre todo porque recoge su máxima “la fotografía es un acto de crear, pero esta el acto de vivir primero”. Y con estas palabras, os invito a escucharle en vivo el próximo 28 de noviembre cuando presente su último libro en La Fábrica.

Enlace: http://www.xatakafoto.com/fotografos/pierre-gonnord-nos-habla-de-la-fotografia-como-compromiso

http://www.pierregonnord.com

Pierre Gonnord


Miguel Oriola

 

¿Cómo empezaste en este oficio?

 

Empecé a los quince años, por casualidad. Me sentí atraído por algo que no entendía y que era un reto, pero en principio solo era una cosa más de las que hacía pues  también me atraía el teatro, la pintura,  la música y la literatura,  lo practicaba todo a la vez. Tuvo que pasar bastante tiempo para que decidiera ser fotógrafo.

 

 ¿Te acuerdas de cuál fue tu primera cámara?

 

Fue una Contina  de Kodak  que compre por 250 ptas. y que pagaba a plazos; 25  ptas. a la semana

 

¿La primera   foto  o  fotógrafo que te impresionó?

 

La primera foto que me impresionó fue la que yo mismo tomé y que salió bien,  era ropa colgada secándose al sol movida por el viento delante de mi casa. Yo fui el primer sorprendido  de mí mismo, nunca pensé que pudiera hacer algo así.

 

¿La última foto o el último fotógrafo que te ha hecho sentir lo mismo? 

 

La última cosa que me ha gustado ver ha sido  el video   “What lies beneath” de Mert and Marcus para la revista Love

 

¿Con qué cámara sueles  disparar?

 

Me da igual una que otra. Tengo toda clase de cámaras y hago mi trabajo con la más conveniente. Te daré una pista, la que más uso últimamente  es una  negra y tiene algo redondo delante.

 

¿Tienes una óptica favorita? 

 

Si suelo trabajar con objetivos muy cortos,  y suelen ser también negros  y redondos.

 

¿Horizontal o vertical?

 

Yo procuro estar vertical, y las fotos, depende del trabajo que hago. No tengo una preferencia, la  verdad es que estas cosas no me quitan el sueño. Las fotos saben mejor que yo como deben de ser.

 

¿Qué prefieres disparar a tiempo y hacer lo que esperabas o no llegar a tiempo y sorprenderte?

 

Practico las dos modalidades, pero me gusta y  disfruto mas, con  la fotografía que me sorprenda. Ya me pasó  el tiempo de la certidumbre, prefiero la duda y la incertidumbre.

 

¿Reencuadras las fotos?

 

Hago todo lo que sea necesario para que la imagen sea lo que tiene que ser, no tengo escrúpulos de purista. Tampoco es ya la  época para eso.

 

¿Cómo te has adaptado al mundo digital?

 

Cuando lo pienso no lo recuerdo, por lo tanto debe de haber sido progresivamente como suelen ser la mayoría de las cosas.

 

¿Digital químico? ¿Por qué?

 

Ya he dicho que  uso lo más conveniente para un buen resultado, a menudo es digital y otras veces es mixto.

 

¿Qué películas utilizas? 

 

Utilizo las películas donde sale  Sasha Grey.

 

¿Retocas las imágenes? ¿Con que software?

 

Yo lo llamo procesarlas  las fotos necesitan ser procesadas como siempre para ser presentadas, el photoshop es fantástico bien  utilizado.

 

¿Cómo ves el panorama a día de hoy?

 

A la fotografía le pasa  como al resto de las cosas en esta época: Demasiada gente habla de demasiadas cosas   en  demasiados sitios, durante demasiado tiempo,  con demasiada gente,  con demasiada sinrazón.

En varios textos mencionas a José Vicens, fotógrafo de tu ciudad natal, Alcoi, como tu maestro.  Él era un fotógrafo de pueblo que hacía fotografías de estudio y de fiestas populares, sobre todo me imagino que de los Moros y Cristianos, la fiesta más famosa de Alcoi. ¿Crees que su trabajo influyó en que el tuyo haya estado centrado en la puesta en escena, de una manera teatral o cinematográfica?

José Vicéns era fotógrafo, fotógrafo,   de la época modernista,  que hacía de todo y muy bien, con él aprendí durante solo tres años, pero a un ritmo endiablado. Él era un hombre culto, me hizo ver que la fotografía era una cosa seria,  pero también me habló de música y de arte, me enseño que la fotografía no anda sola, que el fotógrafo necesita más cosas, más conocimiento de otras disciplinas  y así lo aprendí. Aprendí a hacer buenas fotos, fotos bien hechas, como parte de un mundo mágico de cultura en el que yo me iba sumergiendo. No era un fotógrafo de pueblo en el sentido que se puede malentender esto. Lo  cinematográfico y su influencia  es algo mucho más posterior.
Hace tantos años que no veo las fiestas de moros y cristianos que ya no las echo de menos.

En aquella época, eras de los pocos que se atrevían a dedicarse a la fotografía erótica como expresión artística. Eso no debía ser nada fácil por el momento histórico. ¿Tuviste problemas con la censura en algún momento?

La verdad es que yo nunca me he dedicado a la fotografía erótica lo que si he hecho son retratos de gente sin ropa que es distinto, y desde luego que he sufrido alguna censura, pero no más que ahora. La sigue habiendo aunque no lo parezca, pero no como antes por un régimen, ahora es por aquellos empleaduchos que quieren cuidar de nuestras almas,  y de las suyas

Ya por el año 95 en  tu serie  The Private Collection  y más adelante en  Historias de la Edad Media  te dedicas a manipular las imágenes, ya sea el negativo o el positivo. ¿Sentías la necesidad de crear algo único?, ¿crees que los programas de retoque han acabado con esa posibilidad?

Yo siempre que hago algo, lo hago por necesidad de hacer algo distinto, como es natural. Lo de la manipulación de los negativos de forma extrema era mi despedida de la era analógica y dar la bienvenida a una nueva era.
Los programas de retoque no son más que otras formas de alterar el material. En mi caso son la forma de procesar el trabajo.

No sé si el cine es una obsesión  tuya, pero algunos de tus  trabajos  parecen fotogramas de películas. En muchas de tus series, el planteamiento visual parece que nos obliga a que  nos inventemos una historia para rellenar el hueco ente una imagen y la siguiente. Los títulos de tus obras nos remiten  a veces a películas y además como Hitchcock apareces autorretratado en bastantes de tus imágenes. ¿Si es así, de donde viene esa obsesión?

El cine siempre ha sido una fuente de inspiración  en mi trabajo, porque el cine desde el principio ha sabido conjugar y reunir a los mejores artistas de cada época, fotógrafos, escritores, pintores, decoradores,  directores de arte, músicos, estilistas y creativos de toda índole. Por eso recién nacido se convirtió en el séptimo arte,  a diferencia de la fotografía que han tenido que pasar tantos años para que sea considerada como lo está ahora. Algo tiene el cine, así que no es extraño que sirva de referencia  en la cultura de cualquier época. Hay que decir  que en el presente grandes artistas están en el mundo de la fotografía.

Encuentro en tus títulos referencias mitológicas,  a pintores (La tierras de Hokusai, Picasso) a músicos (November Suite- Robert Fripp) o  al cine como he mencionado antes. ¿Esas referencias, son pistas que nos das  para ayudarnos a  interpretar tus fotografías, o son solo sensaciones que tienes al hacerlas?

Desde luego  que cuando hago mi trabajo  no pienso en el espectador, y la inspiración viene de cualquier lugar como tú ves, son solo referencias, que me han acompañado en la elaboración,  pero no es para ayudar a nada. Si yo tuviera alguna intención sería la de complicarle las cosas al espectador, es un error pensar en el espectador y hacerle  la cosas comprensibles, el buen espectador prefiere que le dejen trabajar a su mente.

En Ojos Rojos, conocemos tu trabajo desde finales de los 80. En esa época, anteriores y hasta principios del siglo XXI, el desnudo era parte esencial de tu trabajo. Te autocalificabas o te calificaban de  erotómano. Incluso llegaste a trabajar para la mítica revista PlayBoy. En tus recientes trabajos parece que aunque el cuerpo humano esté muy presente, esa obsesión por el desnudo ha cambiado por una obsesión por la luz y el color. ¿Cómo surge ese cambio?

Sean cuales sean mis obsesiones siguen siendo las mismas. Yo nunca me he autocalificado de erotómano y además el criterio de la gente no me preocupa.

Lo del desnudo es algo que no me gusta verlo escrito cerca de mis fotos porque solo son, como decía antes, retratos de gente sin ropa. Sobre todo yo soy retratista,  la acepción de desnudo como genero yo nunca la he usado, quiero decir en mi obra nunca he hecho desnudos y mucho menos eróticos. No me interesan, y además  el género está obsoleto.

Otra cosa es que en mi trabajo profesional que diferencio claramente,  el Playboy alemán me contratara. He hecho campañas de ginebra y eso no quiere decir que me guste, he hecho campañas de bancos y tampoco me gustan los bancos, es solo trabajo. He hecho fotos a muchos cantantes de los cuales jamás oiría su música.

Otra idea en la que reincides en tu trabajo es la violencia. A veces es directa (Unsolved Cases,  Victims, Evidence Museum) y a veces es simplemente la manera en que transmites una sensación de desasosiego a través del tratamiento de la luz (American Night). ¿Por qué?

Evidentemente las fotos que tú comentas son imágenes del resultado de la violencia, para denunciarla. Yo no hago fotos de violencia, y no sería yo quien reincide, sino la sociedad;  muestro sus consecuencias. Muestro al ser humano tal como es de una forma directa, el mundo es como es.

Es cierto, que utilizo   la luz como elemento expresivo, es uno de los elementos variables de la fotografía que me interesa en especial. También debo decir que me interesa la inquietud y el desasosiego en las imágenes, es muy útil para mis intenciones.

Dejaste atrás el mundo de la fotografía de publicidad y moda, dos campos donde eras muy respetado, para dedicarte a tiempo completo a la docencia. ¿Por qué ese cambio? ¿Se aprende mucho siendo maestro? 

La realidad es que deje la publicidad y la moda, o sea el trabajo comercial, pero no para dedicarme a la docencia sino para dedicar todo el tiempo posible a mi obra personal, la docencia es el  trabajo que hago para vivir, y la verdad es que me ocupa mucho tiempo, mientras tanto no hago las fotos que no quiero hacer, y ciertamente debo decir que me gusta mi trabajo, me gusta enseñar y desde luego que se aprende mucho enseñando a otros.

Y por último ¿Y ahora qué?

Por mi parte puedo decir que sigo trabajando  como siempre  en nuevos proyectos.

Enlaces: http://www.revistaojosrojos.com/miguel-oriola/

http://www.migueloriola.es

Miguel Oriola


Alberto García Alix

Acudimos a casa de Alberto García-Alix para hablar con él del pasado, del presente,del  futuro, de lo humano y de lo divino, de fotografía, de motos, de drogas y de R&R (y de paso nos echamos unas risas) días antes de que Francia le concediera la  insignia de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.

¿Cómo empezaste en este oficio?
Por casualidad. Mis padres me regalaron una cámara porque quería hacer fotos de motos. Mi hermano Alfredo corría en motos y yo, algunas veces, también. Él tenía un amigo que siempre venía con nosotros y hacía fotos. Nos las enseñaba los miércoles. Si la carrera era el sábado o el domingo, el miércoles venía a casa con las fotos. Eran en blanco y negro. Las hacía con una Leica.
Por navidades, les pregunté a mis padres si podían regalarme una cámara. Me regalaron una compacta. Le pedí a mi padre si la podía cambiar por algo que fuera más… y me dijo que sí. La cambiamos por una Nikon… (duda). No, por una Canon FTB, un trasto.
En ese momento de mi vida conocí a un chico que se llamaba Fernando Pais. Nos fuimos de casa de nuestros padres a vivir solos. Él tenía un par de Nikon F2, hacía fotos y, además, tenía una ampliadora que montó en casa.
Yo tenía mi cámara y… me tomé un tripi que me sentó mal. No mucho, pero sí que me sentó mal. Tuve una mala bajada. Decidí que tenía que hacer algo para no estar todo el día sin hacer nada. Ni estudiaba, ni trabajaba, ni nada. Y decidí meterme en el laboratorio. Mi amigo no me enseño mucho. Sólo me dijo: “revelador, paro, fijador”. Empecé a meterme por las tardes.
Compraba un carrete, tiraba una sola foto -no dos o tres-, con una me conformaba. Era un juego. Fue en el laboratorio donde me fasciné con la fotografía. Al principio me quedaban muy oscuras. Entonces comencé a jugar con el tiempo, a cerrar el diafragma, a acercarme, la luz muy contrastada -en aquella época gustaba la luz muy contrastada- y empecé a encontrar la atmósfera.
Uno se fascina cuando, a través del laboratorio, empieza a encontrar la atmósfera de lo que vio. No ya lo que vio, sino la atmósfera. Cuando aparece la atmósfera es algo mágico.
Me pasaba las tardes dándole más tiempo, utilizando papeles más suaves, ahora más duros… Luego según va la vida girando, he ido con el laboratorio a cuestas. En todas las casas lo montaba.

 

¿La primera foto o fotógrafo que te impresionó?
Nunca sabría cual fue la primera foto porque la fotografía es como una entidad. ¿No?
Creo que la exposición definitiva fue en el año 81, al ver una exposición de August Sander, un fotógrafo alemán de entreguerras, en el Instituto Alemán. Se habían traído los originales. Lo recuerdo como algo que había intuido pero que no sabría precisar con palabras: no solo era el poder de la imagen, era la poesía de la imagen. De repente, los retratos de este hombre me noquearon. Volví varias veces. Caí en trance, lo recuerdo como que caí en trance.

 

¿Cómo la corrida de toros del otro día? (antes de comenzar la entrevista, Alix nos cuenta que ha estado en Nimes viendo la corrida de José Tomás en la que se enfrentó a seis toros y describe la experiencia como “casi mística”).
Bueno, lo de la corrida del otro día fue más trance (risas). Ya me puedo morir tranquilo (más risas).

 

¿La última foto o el último fotógrafo que te ha hecho sentir lo mismo?
Lo mismo no se vuelve a sentir nunca. Te puede gustar pero sentir lo mismo, no. En aquella época, no soñaba ni con ser fotógrafo, ni pensaba ser fotógrafo (risas). No me veía como tal. Pero una vez que mirar se convierte en algo apasionante… He aprendido a base de hacer malas fotos, como todos (más risas).

¿Con qué cámara sueles disparar? ¿Te da igual una que otra?
Con una Hasselblad y con la Leica. Si voy a la calle, la Leica. La prefiero.

¿Tienes una óptica favorita?
No, solo tengo dos ópticas. No, tres en la Leica: 28, 35 y 50mm. Bueno, eso ahora porque antes no tenía tanta óptica. Antes solo tenía el 35 y el 50 mm. Hace un año y medio que compré el 28. Con la Hassel solo tengo dos lentes: 80 y 135 mm; y una lente de aproximamiento.

¿Horizontal o vertical?
¡¡Como Dios manda, joder!! (risas)

¿Qué prefieres: disparar a tiempo y hacer lo que esperabas, o no llegar a tiempo y sorprenderte?
Yo creo que uno se sorprende siempre.

¿Reencuadras las fotos?
No. Vamos, una de cada millón. Si me sale una mancha en un lateral o por algo así, si no nunca toco.
El viaje empieza cuando miro por cámara. Es cuando disfruto del cuadro. Antes, la foto no la veo. La veo a través de encontrar la predisposición para coger la cámara. Ahí comienza el ejercicio de ver. Y, cuando acabo, le doy un beso al carrete para bendecirlo. ¡Que sea lo que Dios quiera! (risas)
Como trabajo en analógico, puede pasar una semana o diez días hasta que revelo el carrete. Y mientras, sueño con lo que vi. Me da un tempo.

¿Cómo te has adaptado al mundo digital?
Yo, que soy un permanente insatisfecho, no podría hacer fotos en digital. Estaría siempre intentando corregir, no me contentaría. Un día me dejaron probar una (cámara digital). Me di cuenta de que no me daba ni rapidez, ni más poesía. No me daba nada.
Por lo que no me he adaptado al mundo digital para hacer una foto… de momento. Nunca se puede decir “de este agua no beberé”. Sí que lo he empleado, por ejemplo, en la narración visual. En video hecho con el móvil. Pero ahí estoy jugando en casa. Grabo cosas y las empleo. Pero no en la fotografía. En la fotografía, no.

¿Digital o químico? ¿Por qué?
(Químico) Porque lógicamente tengo fe.

¿Qué películas utilizas?
Tri-X.

¿Retocas las imágenes? ¿Con que software?
Retoco con los ojos (risas).

¿Cómo ves el panorama a día de hoy?
¿Qué panorama?

El fotográfico.
El fotográfico es el que menos importa. Pero el país está hecho una mierda. Vamos para atrás como los cangrejos. Da dolor de estomago pensarlo.

Toda la entrevista completa en: http://www.revistaojosrojos.com/alberto-garcia-alix/

Su web: http://www.albertogarciaalix.com/obra/

Alberto García Alix


Las emociones y la intimidad de Antoine D'Agata

"De no haber sido fotógrafo probablemente ya estaría muerto", nos confesaba Antoine D'Agata en una imperdible entrevista a finales de 2011. Y lo cierto es que el fotógrafo de la prestigiosa agencia Magnum no sólo está vivo, sino que además es uno de los documentalistas contemporáneos más reconocidos a nivel mundial. Su mérito: haber profundizado en un lenguaje fotográfico que explora aquello por lo que algunos pasan de puntillas y otros ignoran. Sus imágenes son sus emociones y experiencias límite. El dolor propio y ajeno, el miedo interior y exterior e incluso el mal marcan su obra.

Sin embargo, lo primero que entra por los ojos al contemplar sus fotografías son esos cuerpos agitados, esas luces tenues, esas paredes sucias... D'Agata recrea a la perfección una atmósfera que sería simplista y atrevido definir como decadente. Ahí entra en juego la propia experiencia del espectador, su trasfondo cultural e imaginario, su capacidad e intención para interpretar casi una veintena de fotografías que, en cualquier caso, no dejan indiferente.

El marco de la Galería Carles Taché, aunque pequeño, es idóneo para adentrarse en una exposición que empieza con una antesala en la que se muestran las tortuosas relaciones humanas que ha mantenido el propio fotógrafo con varias prostitutas.

A través de un pasillo, el espacio expositivo recoge algunas copias de sus trabajos "Stigma", "Situation" y "Agonie", todas ellas en color y gran formato. Se trata de series hermanas con un contenido sexual y emocional de gran fuerza y una cercanía que se cuela en la intimidad de sus protagonistas en detrimento de un escenario siempre reducido a un lecho.

Cinco fotografías en blanco y negro de su serie "Mala Noche" realizada en América Central, en las que toma un poco de distancia con las mujeres protagonistas, dan buena cuenta de los lugares por los que D'Agata realiza su peligroso e inevitable peregrinaje nocturno. El francés recurre en las imágenes de su libro homónimo a un ambiente sórdido y tabú para la mayoría, pero que es ya común en su vida.

enlace: http://www.magnumphotos.com/C.aspx?VP3=CMS3&VF=MAGO31_10_VForm&ERID=24KL53T_6

Antoine D'Agata


Arte pornográfico: del espacio privado al museo

 

Fetichismo, sodomía, felaciones de todo tipo y escenas de sexo explícito no suelen formar parte del programa de los museos, aunque sí está presentes en "The porn Identity. Una expedición al lado oscuro" que se realizó en el año 2009 en la galería Kunsthalle de Viena. La pornografía ha invadido el día a día, se encuentra en los medios, en la cultura y en el arte, pero todavía es un fenómeno invisible, lleno de tabúes, por lo que este conocido museo organizó una exposición para indagar el por qué. La primera sorpresa, un cartel que advierte: "Porhibida la entrada a menores de 18 años". Para poder visitar la exposición fué obligatorio mostrar un documento de identidad a la entrada. "La pornografía es aquello sobre lo que todos hablan y nadie espera que lo pillen con ella", apuntó Gerald Matt, el director de la galería dedicada al arte contemporáneo. La muestra trató de ofrecer una imagen crítica, tanto de los tabúes sobre el sexo como sobre la industria del porno y su claro sexismo. Para ello, contó con instalaciones de video, esculturas y decenas de pantallas que parecen lanzar un reto al espectador: diferenciar el simple porno comercial de la obra de creadores consagrados. El trabajo de videoartistas que han tratado el tema del sexo, como Carolee Schneemann y Lawrence Weiner, se mezcla con o